Impulsos

Cada día que pasa constato, con profundo pesar, que se funciona a impulsos en todos los órdenes de la Justicia.
Si nos miramos nuestro ombligo, los abogados estamos en la lista, apuramos hasta el final para presentar las contestaciones, los recursos, las calificaciones.
Los jueces funcionan igual y, a veces, peor, algunos dejan pudrirse asuntos nimios durante meses o paralizan, sin razón, otros importantes.
Los fiscales y sus faenas de aliño con causas que les ponen en la mesa, un día o tres horas antes de entrar en Sala, son míticos.
Los secretarios que cuando deciden "sacar papel" ni leen lo que tienen delante y en otras ocasiones tardan meses en firmar un simple mandamiento de devolución.
Los funcionarios merecerían, ellos solos, una entrada del blog exclusiva.
La organización del trabajo, inexistente, propicia los estropicios cotidianos.
La razón última, en mi opinión, radica en la falta de orden mental, en la dispersión intelectual que provoca la velocidad a la que vivimos y la ingente cantidad de obligaciones inútiles que nos creamos.
Cuando te organizas te da tiempo a todo, pero casi nunca es posible hacerlo, así que nos pasamos el 80% del tiempo apagando fuegos urgentes, es decir, trabajando a impulsos.

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