Abandono

Estos últimos días he tenido un poco abandonado el blog, pero lo cierto es que, a veces, no se me ocurre nada, y otras veces son tantas las ideas que no soy capaz de organizarlas con la suficiente claridad para no resultar demasiado anárquica.
Como mi trabajo está ahora discurriendo por la normalidad más absoluta, sin muchas estridencias, hoy quiero compartir con vosotros mis opiniones sobre dos asuntos de actualidad.
El posible "aforamiento" de los miembros de la familia del Rey.
La figura de la jurisdicción especial para determinadas personas, sólo tenía sentido en los orígenes de la misma, y por su propia génesis, es decir, cuando se usaba para los delitos de opinión en el parlamento.
Actualmente, y para cualquier tipo delictivo, es una figura que nos evoca lo peor de la impunidad, ya que hagan lo que hagan los aforados (incluso matar a alguien) requiere que sus compañeros autoricen su procesamiento, y que luego, sus afines le juzguen.
La Justicia se representa con una venda en los ojos, para no distinguir entre iguales y distintos, ya que todos somos iguales, según la Constitución.
El otro tema sobre el que quería reflexionar es la cosa juzgada.
La cuestión no es baladí. En muchas ocasiones parece claro que no se debe juzgar dos veces el mismo hecho.
Sin embargo, hay circunstancias en que, pequeños flecos, de los que se pueden obtener indicios y pruebas, topan contra ese axioma, 'no bis in idem'. El problema reside en que no hay 'bis', hay algo nuevo.
Se puede oponer a esto, que tendríamos siempre todos los pleitos vivos. A lo mejor esa es la única JUSTICIA posible, la que atiende a todos los detalles durante todo el tiempo, hasta la PRESCRIPCIÓN, pero este es otro tema.

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