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Mostrando entradas de diciembre, 2015

Este se acaba.

Yo como la tele y los periódicos, hoy voy a hacer balance del año que se nos agota. Ha habido bueno y malo. En lo legislativo mucho, demasiado y casi nada bueno.  En nuestra profesión, con calzador, a la fuerza y sin medios, dejaremos atrás, según el Ministro del ramo, las bochornosas imágenes de Juzgados atestados de papeles, porque el día 1 de enero entramos en la Justicia 3.0 o como ellos la llaman "papel 0". Que no es ni bueno ni malo, es simplemente mentira. Y todo porque las limitaciones de LexNet son dramáticas. En lo personal, sigo siendo una abogada de a pie, pero ahora, además se que no soy una loca que lucha por la Justicia independiente y eficaz, sin tasas, contra la falta de medios, por la dignidad del turno de oficio, por la visibilización de la violencia de género como mucho más que un problema a reprimir. Hay conmigo un grupo, me da igual si numeroso o no, de amigos que cada mañana me dan la fuerza necesaria para seguir en la batalla sin desfallecer.  Esos ami

Jueces y abogados de pueblo chico.

Llevaba una buena temporada bastante calmada, o al menos eso creo yo, que me veo desde dentro, hasta que hoy mi fiera se ha vuelto a desatar (unleashed). Hace pocos días presencié, en una sala de vistas, uno de los más bochornosos espectáculos posibles, el compadreo entre un juez sustituto (por desgracia, y sin ofender a estupendísimos profesionales que los hay por cientos, en sus casas) y un abogado viejo de pueblo. El segundo, con maneras y traje de caduco galán trasnochado y el primero con pose de remilgada damisela. Si no lo había dicho ambos sujetos eran de diferente sexo.  El juicio, un verbal procedente de un monitorio, realmente no tiene una gran trascendencia económica, poco más de mil euros, excepto para mi cliente. Antes del comienzo de la vista, se me intenta obligar a llegar a acuerdo, el cual era de todo punto imposible, como ya constaba en la oposición al monitorio previo al declarativo. La presión que se trató de ejercer sobre mi, resultó infructuosa, dada la seg

Un experimento.

Como consecuencia de la aprobación de ese montón de leyes, reformas, parches y apaños, los abogados, desde el mes de abril, no hacemos mas que estudiar, estudiar y estudiar, hasta el punto de que parecemos opositores de Registro. Bueno, al final, el estudio, como no podía ser de otra forma, te hace encontrar maneras de eludir los habituales y, a veces, insalvables obstáculos que nuestro Juzgado de Familia suele poner, cuando encontramos soluciones amistosas a los problemas. Así que, mañana, convenio regulador en mano, me voy a plantar en el Notario para pedirle el divorcio de mis clientes, con liquidación de gananciales y adjudicación de lotes y todo listo, preparado y con lacito y todo. Esto que Su Señoría, desde el año 2012, obvia, porque ella lo vale, como el levantamiento de las cargas familiares, por mucho que el Codigo Civil lo recoja como esencial entre las medidas que han de  regir tras la crisis matrimonial. Ahora me voy a ahorrar ver su cara y soportar su actitud displicente

Otra forma.

Hoy he dedicado casi todo el día a Familia.  La mañana con juicio, que se ha resuelto, con el maldito capricho de mi cliente, la de ayer, recogido a boli por Su Señoría, ya que no podíamos entregar las copias por culpa de ese flequito. He jurado en chino, en arameo y hasta en swajili con mi compañero, deshaciéndome en excusas, que no era mi obligación prestar, pero que por decoro y compañerismo he dado. Al final la personaja decía estar muy nerviosa y ha preguntado que si ya había terminado el Juicio. Casi la estrangulo, cosa que no he hecho porque la señora me saca tres cabezas y yo hoy iba sin tacones. La tarde ha sido mucho más reconfortante. Ayer por la mañana había cerrado, mucho más fácil y satisfactoriamente de lo previsible, un acuerdo sobre unas visitas, y hoy tenía la tarea de comunicarlo a madre e hijo.  Y mientras la reacción de mi cliente no ha sido, como yo esperaba, de alegría y alivio, la del menudo, de ocho años, ha sido mucho mejor, aunque parco en palabras, sus ojos,

No quiero ni estoy obligada.

Nuestro código deontológico, por lo demás bastante exigente respecto de las obligaciones de los letrados, nada dice sobre ser ni empáticos ni simpáticos. Pues eso, que ni quiero ni me da la gana, ser nada más que educada con una cliente, que desde el minuto cero, tengo la desagradable sensación de que me toma el pelo y además pasa de todo. Solicita un abogado para unas medidas paternofiliales, y cuando la cito me dice, así como el que no va él, que no sabe lo que quiere. Por mero respeto no le espeto, ¡¡¡¡pues anda que yo, que ni es mi hijo!!!!.   Tras preparar una demanda de medidas con todas las peticiones atrabiliarias que se le pasaron por la cabeza (dentro de la legalidad) como por ejemplo que las visitas del menor se realizarían en Sevilla aunque el niño vive aquí, me llega la contestación y el compañero, dado que había pocas discrepancias me propone un acuerdo. La llamo y lo acepta, eso si, tras variar las visitas intersemanales a un pueblo distante unos 90 km de la ciudad donde

Los planes salen bien...

Remedando a Hannibal en el Equipo A, os digo, "me encanta que los planes salgan bien...". Eso es lo que ha sucedido hoy, y por partida doble. En el verbal de esta mañana, Su Señoría parecía muy pro mi contrario, mas exactamente muy pro mi compañero contrario. Me ha instado varias veces a llegar a un acuerdo, que para mi era absolutamente imposible, porque yo estaba por la falta de legitimación pasiva de mi defendido, lo que según mi criterio, ha quedado acreditado documentalmente. El Letrado sentado frente a mi, ha intentando coartar mis posibilidades de contestación a la demanda, sin embargo, eso no se ha producido. Y que decir de su testigo "estrella" al que yo conveniente y prudencialmente taché al proponerlo, por familia y trabajador del demandante (si todo a la vez), tras la declaración de mi cliente y la exhibicion de mis documentos, al llamarlo, ha renunciado a su testimonio. Creo que no se ha ido muy contento hoy, él que pensaba que iba a ser un paseo milita

Mucho tiempo.

Tras más de un mes sin tener nada que contar, o por no querer contar determinadas cosas, hoy vuelvo. Las últimas semanas de mi vida laboral han sido igual de caóticas que las anteriores, con días tranquilos que acaban en locura y días de locos que terminan en balsa de aceite. Los temas variados y variables y todos ellos complejos y difíciles. Como siempre, sentencias favorables y desfavorables. Familia sigue siendo el tema principal de mis pesadillas y noches de insomnio. Penal, por el contrario, me continua proporcionándome adrenalina para seguir. Sin embargo, hoy os quiero contar que, a veces, los despropósitos judiciales aun, tras media vida dedicada a esto, consiguen sorprenderme. Una sentencia que desestima íntegramente una demanda, en la que ha habido allanamientos parciales del demandado y encima condena a éste al pago de una cantidad líquida, me ha llevado al paroxismo, Pese a intentar comprender semejante fallo basándome en el expositivo fáctico y jurídico de la resolución, mi