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Mostrando entradas de febrero, 2015

Ganamos porque hice mi trabajo...

Esa frase con la que termina el anuncio de la serie "Cómo defender a un asesino", en Estados Unidos, a lo mejor, es verdad, en España, casi nunca es cierto. Aquí ganamos y perdemos por un incontable número de razones, que no suele coincidir con que nosotros hagamos nuestro trabajo, porque ese, a diario, con dedicación y empeño, con estudio y detallado análisis, lo hacemos invariablemente. Tener o no razón en un asunto, depende de factores intangibles, aunque se trate de disfrazar de interpretación de las pruebas practicadas, y uno de esos imponderables es, siempre, según la moda que se ha impuesto, la jurisprudencia del Tribunal Supremo, es más cómodo tirar de base de datos que estudiar el asunto concreto, y como por suerte, ese acervo tiene soluciones para todos los gustos, sólo se trata de acomodar el caso a la solución de la Sala Primera o de lo Civil, de la Sala Segunda o de lo Penal, de la Sala Tercera o de lo Contencioso... en  fin. Me encantaría recuperar la jurisprude

La mauvaise reputation.

Suelo meterme mucho aquí, en mi bitácora personal de desahogo, con togados de toda laya y jaez, con y sin puñetas, con y sin «cangrejo», con y sin medalla, y a veces, rara vez en realidad, con los otros uniformados imprescindibles para nuestro trabajo, sobre todo para los penalistas. Les ha tocado el turno hoy a los de azul, a los que, de antemano avisó de que no tengo coche y de que se han librado del periódico de milagro.  Si, con los del centro me voy meter, pero no con todos, ni siquiera con la mayoría, ni con la mitad, ni con un tercio, ni con un quinto, si no con ese 10%, considerado despreciable en electricidad, que da mala fama al resto de agentes honestos, responsables y sensatos, que hacen su trabajo lo mejor que pueden y les dejan, que a veces es mucho.  Ellos, el noventa por ciento bueno, tienen que cargar con el estigma de ese diez que deja mucho, bastante incluso, diría yo, que desear, en todo, en sus intervenciones y en su defensa de las mismas. Groseros, faltones, maled

Se les ve el plumero.

Aunque a nadie se escapa la humanidad de los togados con puñetas, muchos de ellos debían ver su colorido plumaje de aversiones y afectos en el único sitio en el que jamás debieran hacerlo, en sus Resoluciones. Eso no es apelable, las valoraciones interesadas de las pruebas y las groserías inaceptables salpicando sus decisiones escritas no dan más derecho que el del pataleo. Cada día no sólo toca pelear por la justicia y con la ley y las pruebas en la mano y además contra los evidentes prejuicios de los jueces, per se inamovibles, y de factor fosilizados en sus Juzgados, con el inconveniente de ser únicos en su fama y sin posibilidad de confrontarle a decisiones de sus iguales en sentidos diferentes al suyo propio. El problema de los juzgados son competencia entre ellos es que sus errores son siempre ley, eso no es aceptable en un estado de derecho, pero nos lo tenemos que tragar.

Tras el descanso carnavalero.

Despues de estos días de asueto en Badajoz, por fin recuperamos la normalidad, es decir, a las 9:00 juicio en el Penal. Cada día que pasa me convenzo más que la mayoría de nuestras condenas se obtienen por la Fiscalía sin pruebas. Las declaraciones interesadas son lo que sustenta, en la inmensa mayoría de los casos, las acusaciones, pero no se practican, en fase de instrucción, las diligencias pertinentes para el esclarecimiento de los hechos. Hoy me enfrentaba a un delito contra la indemnidad moral, supuestamente cometido ante menores y las únicas pruebas presentes eran las exploraciones, practicadas por el Juez de Instrucción, nada más, ni un triste informe forense, nada de nada. Y, si Dios no lo remedia, y pese a mis esfuerzos, le llevarán un año al talego. Después de escuchar nueve declaraciones, aún no se cómo era la maldita ventana por la que supuestamente se produjeron las exhibiciones. Por lo que me resulta completamente increible que en su Señoría se haya producido un convenci

Diálogo de besugos

Vaya tela. Hay  tardes en que es mejor no sentanse en el despacho, porque te acabas levantando con la desagradable sensación de que todos los correos que has intercambiado, han sido un perfecto diálogo de besugos. Te dicen que el compañero no consigue hablar contigo (los que me conocen/conoceis sabeis que eso es inverosimil, porque devuelvo las llamadas, contesto los correos, y trato de no dejar nada para atrás). Para que no quedase por mi parte, esta mañana, por mail y por fax, he contactado con él. Ha respondido vía email, le he vuelto a contestar, y tras un nuevo intercambio de correos, y sentirme profundamente estúpida por haberme dejado enredar en su dinámica absurda, he apostillado un último mensaje, y ahi se ha quedado... No se si su cliente toma el pelo al mío, si su cliente le toma el pelo a él, o si él me toma el pelo a mi.  

Cosas fáciles.

Hay ocasiones en que todo se plantea como difícil y complicado y largo, y no hay tiempo, y de repente, la bruma se esfuma y la montaña resulta ser una colina y además bajita. No todo es malo malísimo, ni complicado complicadísimo.  Eso es lo que ha sucedido esta tarde. El cliente venía con un muchas dudas y una jovencita que no quiere, ni puede, ni debe seguir soportando una situación, para ambos insostenible, y tras un ligero análisis y una lectura rápida del Código Civil, parace que podremos solventarlo todo con un poco de dinero y una visita al Notario. Nada de interminables y despaciosos procedimientos judiciales, siendo la voluntad de todos, se firma y se acaba. No hay que bailar sólo con la más fea, a veces la guapa dice que si. 

¿Cómo meterle mano?

Encima de la mesa tengo una demanda de muchos miles de euros para contestar. Como ocurre en estas ocasiones, a pesar de tener claro qué quieres decir, resulta difícil empezar.  No se trata sólo de negar todos los hechos y por su orden, el dilema va mucho más allá. Las circunstancias del asunto, me llevan a dilucidar si lo mejor es sólo oponerse punto por punto o desarrollar nuestra propia historia en el orden correlativo. Tengo claros los hechos y su fundamentación jurídica, aunque no tanto el cómo exponerlos de forma que se incline la balanza a mi favor. Mañana seguramente lo veré con una perspectiva distinta.

Llego el relax.

Después de "Vaya semanita", ha llegado "Viernes 13", pero sin cosas malas. La mañana de trabajo relajado, coronada con cervecitas con amigos y compañeros. Luego comida y cine, como corresponde a cualquier viernes que se precie. La tarde son sobresaltos y haciendo compras de ama de casa (mi segunda ocupación). Tranquilidad y sosiego, hasta las notificaciones han sido normales. Me despido de una semana para olvidar. Feliz FINDE  a todos.

Casi le clavo el "stilleto" en la cabeza

Tras varios días agotadores, saliendo del despacho a las 11 de la noche, preparando intensamente unas nuevas conclusiones para mi PA del lunes que ha terminado hoy, y después de haber desarrollado una tesis en la Sala que era sólida para sembrar serias dudas sobre el delito que se enjuiciaba, mi cliente (mi peor enemigo) se ha descolgado con un alegato de veinte minutos en su útlima palabra, que me ha dejado clavada al sillon y con la cabeza hundida en el estrado, porque ha desactivado con su "speech", el efecto conseguido con mi informe final. Por momentos creía que estaba en una pesadilla, en otros deseaba que hubiera un ser caritativo, en forma de agente judicial, que involuntariamente  desconectase el cable del micrófono, después deseaba ser sorda y que lo fuesen todos los sentados en estrados. Al terminar, he salido de la Sala como alma que lleva el demonio y echando humo por las orejas, he gritado a mi cliente y he renunciado a seguir con su defensa, y casi me saco el z

Lunes, juicio y más...

Hoy he comenzado con una maratoniana sesión de juicio en el Penal, que, como era previsible, ya que no hay conformidad, y muchos testigos, ha tenido que ser suspendido para volver el próximo jueves a la carga. Cinco largas horas en la Sala, oyendo la misma versión hasta cinco veces, una historia que ha sonodo muy aprendida y ensayada, con las mismas palabras, los mismos ejemplos, sin frescura ni espontaneidad. Sólo cuando les obligabas a salirse del guión, temblaban y balbucían. Tampoco  ha faltado la "reformulación" de Su Señoría, cada vez, poníendo en boca de los deponentes lo que creía que se les había pillado en un renuncio. Aún así, ha habido dos ocasiones en que me ha obligado a protestar. Lo de algunos Magistrados entrometidos va mucho más allá de lo aceptable. Se supone que está para ver, oir y dirigir los debates, no para poner en boca de los que comparecen ante ellos,  su propia visión subjetiva de lo manifestado. Para rematar la faena, más Hacienda, en este caso au