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Mostrando entradas de octubre, 2015

Ufffff una semana

Desde hace una semana no aparecía por aquí. Mucho tiempo, que a mí, se me ha ido en un tris.  Entre viajar y aprender, practicar el koala y los achuchones individuales y de grupo y trabajar de lo mío, casi no he tenido tiempo, pero vayamos por partes. El viernes tuve el inmenso placer de participar en el Seminario de Técnicas en Defensa de la Justicia, en la Fundación Internacional de Derechos Humanos. Las clases, impartidas por tres excepcionales ponentes Jaume D'Urgell, Sara Molina y Susana Gisbert, me proporcionaron nuevas herramientas y conocimientos para seguir luchando desde las redes sociales por la Justicia.  A ello se unió el incomparable placer de compartir pupitre con amigos muy queridos a los que, por desgracia, no puedo abrazar tanto como desearía. El resto del fin de semana fue un no parar de reír y disfrutar, de compartir y descubrir, de  gozar de la compañía de esos amigos. La vuelta a la cruda realidad del trabajo y los papeles, de los recursos y las impugnaciones,

A saltos

Llevo unos días en que mi mesa de despacho parece un edificio judicial, en el lado derecho civiles, en el medio familia, y en el izquierdo los penales. Dentro de cada cubículo tenemos también variedad, recursos de reposición, de apelación, contestaciones de demandas, escritos de ejecutorias, indultos... Lo que realmente me sorprende, después de todos estos años, es la capacidad de los abogados para saltar de un tema a otro sin solución de continuidad. Esta tarde tuve dos citas, una para contestar una demanda de medidas paternofiliales, la otra para solicitar un aplazamiento de pago de la responsabilidad civil ex delicto. Cuando despedía al segundo cliente empecé a pensar en ello y he llegado a la conclusión de que dentro de cada uno de nosotros, en lugar de un angelito y un demonio, como pintan los dibujos animados, nosotros llevamos un civilista y un penalista o un administrativista y un laboralista, o un mercantilista y un abogado de familia, todo ello dentro de un procesalista.

Bodas de plata.

El pasado viernes, en los actos de celebración de Santa Teresa de Jesús, como cada año, se homenajeó a los compañeros que cumplían sus primeros cinco lustros en esta apasionante profesión, y para mí resultó más especial que otras veces porque muchos de ellos, en estos más de veinte años, han traspasado la frontera de colegas, para convertirse en amigos entrañables. Unos desde hace más tiempo, otros desde hace algo menos, pero todos especiales, por sus cualidades personales y profesionales. Desde José Antonio Romero Porro a Mª José González, de Sole Carreres a José Andrés Cortés, de Juan Vallejo a José Antonio Casas, y por supuesto, alguien que sín querer y a través de las redes sociales, especialmente de Twitter, se ha convertido en un maestro para mí, desde su blog "Estilo Juridico" estilojuridicoblog.wordpress.com, con su saber hacer en cuanto al léxico y la gramática jurídica con cada entrada, todos sus lectores nos enriquecemos. Por supuesto hablo de Manuel Moralo, quien

Un símil.

En un procedimiento civil, en la inmensa mayoría de las ocasiones, nos acabamos comportando como en un duelo de esgrima.  En guardia, una marcha, dos marchas, y se redacta y presenta la demanda, y nos volvemos a poner en guardia, y esperamos los movimientos del oponente, si rompe, tenemos un allanamiento. Si por el contrario, a su vez decide marchar...nos contesta a la demanda. Segundo asalto, la audiencia previa, nueva ocasión para la estrategia, si creemos estar mejor preparados, porque nuestras pruebas parecen más sólidas y contundentes, no sólo nos inclinamos por la marcha, llegamos incluso a tirar a fondo. Ahora nos toca nuevamente permanecer atentos a la reacción del rival, y si su defensa se convierte en un ataque, hemos de replantear el siguiente asalto, supuestamente el definitivo.  El tercer y último asalto. El Juicio, ya no hay movimientos que improvisar, solo se puede sostener firmemente el arma y marchar sobre testigos y peritos, sin romper siquiera ante la novisima refere

Por no tener problemas.

Hay veces que las personas acuden a los abogados para que no surjan problemas a posteriori, lo cual es una gran idea, e incluso llegan a pagar dinero por la misma razón. Hoy ha sido uno de esos días. Nuestro cliente ha heredado una parte de una tierra que, como se suele decir, tiene "menos papeles que una liebre". Esa pequeña parcela que fue, en su día, propiedad del abuelo del sexagenario que nos ha visitado, nunca se inscribió en el Registro de la Propiedad, cosa muy normal por esos lugares y en esos años.  Durante mucho tiempo lo único que servía para acreditar la titularidad de ese predio era el Catastro, el cual era religiosamente pagado, como arbitrio municipal ineludible. En una de sus actualizaciones, más o menos reciente, en 2003, y dado que ninguno de los herederos vivía en el pueblo, los funcionarios adjudicaron  la parcela a un desconocido, un nombre de pila y un apellido, nada más, ni más DNI, ni más dirección ni ningún otro dato identificativo.  Después de mucho

No es...

No es por falta de ganas, o de temas, últimamente, cuando no acudo a esta cita, es por falta de tiempo, y por la Feria de Zafra. Cada día, sobre todo estos últimos, se me echa el tiempo encima y no llegó a una hora prudencial, ni siquiera hoy lo es. Estos últimos días hemos estado dando vueltas, las padawans y yo a un asunto, que, en principio, no nos emocionaba, no por la forma, que esa iba a ser cuestión nuestra, si no por el fondo. Como buenas abogadas, todo eran pegas, trabas, inconvenientes...se trataba de proteger, en lo posible, los intereses de nuestro cliente. Muchas discusiones y papeles y vueltas después, la solución estaba, como casi siempre, en nuestro centenario Código civil. Gran libro, 1976 artículos, más las disposiciones finales y transitorias. Rebuscando en la memoria y entre sus páginas, apareció la respuesta, Sociedad Civil Irregular. Una figura jurídica tan atípica como en desuso, y sumamente útil para nosotros en este asunto.