Sorpresas de último minuto

Esta mañana, y por segunda vez en el mismo procedimiento, el imputado, justo antes de que suene la campana, decide no comparecer a su cita con el Juez.
Ha tenido, desde septiembre, seis meses para preparar sobradamente su declaración, ni el Duque, y aún así necesita más tiempo y se excusa diciendo, primero que prefiere declarar en el Juzgado exhortante, en lugar de en el de su domicilio, y ahora alega una enfermedad.
No lo comprendo, si yo estuviera en su lugar, estaría deseando terminar con esto.
Eso si, avisa de las decisiones con dos días, es decir, sin tiempo para decirle que no, pero con tiempo para no darse una paliza de ochocientos kilómetros.
Yo, si fuera el Juez, y tiene la suerte de que no lo sea, lo traería conducido por la fuerza pública.

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