Clientes

Este si que es un tema, al menos curioso e intrigante. Cada uno de nuestros clientes es un mundo, una historia, una preocupación, una forma de tranquilizarle.
Esta mañana he tenido tres variantes de mis clientes, el concernido, el reafirmado y el agobiado.
Me explico, uno está buscando, a mis instancias, la documental que le he reclamado con la ciega obediencia de un colegial. El segundo, tras conseguir un principio de acuerdo, importante, se ha mostrado como el delantero, que consciente de su valía, marca el gol del desempate de córner directo. El tercero, lleva tanto tiempo presionado que hoy ha necesitado romper para remontar.
Nuestros clientes, esos a los que en nuestra jerga llamamos justiciables, nos enseñan a diario mucho de psicología, mucho de humanidad, mucho de adaptación al hostil entorno cotidiano.
No todos, ni mucho menos, son cafres insensibles que se sienten el ombligo del mundo y quieren de ti, aquello que no puedes darle. Sin embargo, estos, por desgracia, son los que nos hacen daño y nos vuelven insensibles.
Los otros, la mayoría, aprecian los esfuerzos, personales y profesionales, que hacemos por ellos y nos compensan, con creces de los anteriores.

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