Siete meses después

Por fin, tras meses de idas y vueltas, ya he conseguido la traducción del Código de Familia rumano.
Ha habido incidencias de todos los colores, desde intentar conseguir la traducción de la Embajada o el Consulado, a pedir ayuda a instituciones regionales para que pagasen la versión en castellano mediante una empresa de traducciones, hasta un inoportuno accidente de trafico de la traductora del Consulado en Ciudad Real, al final el Cónsul, de su presupuesto, y como algo absolutamente excepcional (y sobre todo para librarse de la abogada pesada) ha pagado la traducción.
Vamos a conseguir que este divorcio salga hacia adelante.
Hoy tengo la sensación de deber CASI cumplido.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sobresaltos.

Tan deprisa, tan despacio.

Somos personas y esto una pandemia.