Nada que contar

Hoy sábado ha sido un día de lo más aburrido. De hecho, he amanecido tarde, bueno no, tardísimo, eran casi las 11 de la mañana. Eso es una buena prueba de que, como tengo la conciencia tranquila, sigo durmiendo como un bebé, o mejor como una joven trasnochadora (qué tiempos!!!! te acostabas a las tres o las cuatro y tu madre, enfadada como un buey, te despertaba porque la asistenta tenía que hacer la cama y arreglar el cuarto).
Eso ya no pasa, cada mañana, aunque sea fin de semana, nos levantamos a hacer cosas, parece que no podamos estar sin hacer nada.
Como no hice propósito de Año Nuevo, he decidido que éste va a ser el mío CADA DOS SEMANAS, VOY A DEDICAR UN DÍA A NO HACER NADA.

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