El ocio cansa

Esta tarde, mientras en mi casa cada uno ocupaba su tiempo como tenía por conveniente, a mi esperaba sólo sofá y libro.
No estaba muy convencida de que me apeteciese ese plan, así que opté por lo que más gracia me hacía. Cogí mis llaves, mi bolso y mi cazadora y me encaminé al despacho.
Tarde de domingo es garantía absoluta de que ni entran correos electrónicos ni faxes ni llamadas.
Me he sentado a trabajar y se me ha ido el tiempo volando rematando algunas cosas que tenía pendientes..
Así mi conciencia calvinista y mi aburrimiento de la tarde dominical han desaparecido ambos a la vez.
Mañana, teniendo guardia, no se si podría disponer de mi tiempo para mi trabajo, así ya no tengo preocupación.
Y si tengo una buena guardia (mala porque si no hay rápidos se cobra menos), avanzaré en otros expedientes.
Como dicen en mi casa, trabajo hecho ya no lo tienes que hacer.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sobresaltos.

Tan deprisa, tan despacio.

Somos personas y esto una pandemia.