Milagros.

Cada día, mi cara se va transformando más en la del hada madrina de Cenicienta, o al menos, a mis clientes del Turno de Oficio, así se lo debe parecer.
Me piden deseos, como si yo fuese el genio de la lámpara, modificar medidas de divorcio sin alteración sustancial de las circunstancias, reclamar lo imposible, parar un desahucio por falta de pago, y toda una variadísima panoplia de demandas increíbles, infundadas, irracionales...
Qué hacer ante eso, dado que no dispongo de varita mágica con forma de LEC, y soy peleona por naturaleza?
Pues agotar mis energías jurídicas, emocionales e imaginativas en encontrar la solución creativa a problemas irresolubles.

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