De todo.

Y por su orden, esa ha sido mi mañana.
Ayer ya mandé a un Procurador una apelación que me tenía bastante desquiciada, la he hecho y rehecho. Al menos cinco o seis veces. Ya está, "alea jacta est", eso si, tras abonar el impuesto revolucionario gallardoniano.
Me ha dejado exhausta, así que hoy no tenía ganas ni de respirar, pero como la mejor terapia contra la pereza es el trabajo, a las 9 y media andaba ya por los Juzgados ocupada en las labores propias de mi profesión.
La tarde de despacho, sin embargo, ha sido mucho más suave, y me ha invadido la vagancia, he atendido una visita, he redactado un escrito de defensa, me he citado con un cliente para darle su sentencia, he avisado a otro para presentar su demanda mañana y me he ido pronto, estaba derrotada.
¡Menos mal que se está acabando la semana!.

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