Nos encanta escucharnos.

Esta mañana tenía la declaración de un cliente mío imputado por un delito contra el patrimonio, y durante la misma, he sido más consciente que nunca, de que a los abogados nos encanta oirnos.
Durante mas de una hora y media, mi ilustre compañero de la acusación, ha repetido, reiterado, y repreguntado, con voz calma y mascando las palabras, con parsimoniosa tranquilidad y tratando de dar sustancia a lo que no la tenía. La solemnidad exasperante de su introducción de cada pregunta con el anticuado y civilista "Dígame, es cierto...", me ha llevado al límite.
Por Dios y por Satanás, que era un interrogatorio penal y que no se le va a dar por confeso.
Espero que estas Diligencias terminen como preveo, o de lo contrario el día de la vista oral vamos a salir a las ocho de la tarde. Entre los interrogatorios, las periciales, las testificales y los informes finales nos van a dar las uvas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sobresaltos.

Tan deprisa, tan despacio.

Somos personas y esto una pandemia.