Seguir adelante

Los abogados, como cualquier otro autónomo, estamos hechos de otra pasta, o al menos, eso nos creemos nosotros.
Con fiebre y con dolores, con gripe o con conjuntivitis, seguimos al pie del cañón, con una muleta o con un brazo inmovilizado, acudimos a juicio y sólo in extremis, cuando no podemos ni hablar, entonces es cuando decidimos bajar el ritmo.
Mi hermana, médico por más señas, siempre me dice, ni los jueces ni los clientes te cuidarán en el hospital cuando enfermes de verdad.
Hoy, con una estupenda conjuntivitis vírica en un ojo, he estado ocho horas delante de la pantalla del ordenador, y cuando he ido al médico me ha recomendado que me diera de baja, para no contagiar a nadie más. Casi se me desencaja la mandíbula de la risa. Le he preguntado que si no toco a nadie y no dejo que me toquen, puedo trabajar, y me ha mirado como si fuera una extraterrestre y me ha preguntado a qué me dedicaba, cuando le he dicho que era abogado, me ha puesto cara de resignación y ha respondido, vale, pero al menos, un par de días, no trabajes.
Haré una estimación parcial de su demanda y dejaré de trabajar un día, el segundo me es imposible... soy un abogado de a pie

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