Inundación.

Pero no por la lluvia inmisericorde que nos azota desde hace meses. Es mucho menos bucólico, el radiador de mi despacho, esta tarde al llegar, estaba goteando, no a chorro, pero sin pausa una gota gorda y traicionera me había inundado la mitad del suelo de parquet.
Yo iba con la cabeza puesta en terminar la enésima contestación a una modificación de medidas, y he tenido que apañar la fregona y luego buscar soluciones alternativas hasta que el fontanero venga a arreglarlo mañana por la tarde. Para que pase la noche he terminado poniendo una enorme toalla sobre una bandeja y he rezado a todos los Santos que conozco para que aguante hasta que llegue yo mañana.
No creáis que no he hecho mi trabajo, eso también.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sobresaltos.

Tan deprisa, tan despacio.

Somos personas y esto una pandemia.