Nuestra soledad.

Los abogados, aunque tengamos compañeros de despacho, acabamos estando muy solos.
Es en la intimidad de nuestro rincón de trabajo donde nos enfrentamos al papel blanco, a la sentencia condenatoria, a la apelación imposible, al cliente desesperado.
Y cuando todo eso termina, seguimos solos, con nuestros pensamientos, con nuestras angustias personales y profesionales, con nuestras lágrimas. Las alegrías, también son solitarias. 
A veces, me gustaría inventar el modo de cambiar esto, pero se que es imposible.
El consuelo es que, cuando nos agobiamos, cogemos el móvil, y con cualquier excusa, hablamos con nuestros amigos/compañeros, que son, al final, los que mejor nos entienden, y descargamos en ellos, eso que nos cuesta depositar en nuestras familias, en gran medida, porque sólo los iguales comprenden, lo que cada asunto supone para los abogados.
La verdad es que nuestro trabajo, requiere vocación y sacrificio, no es sólo un medio de vida.
 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sobresaltos.

Tan deprisa, tan despacio.

Somos personas y esto una pandemia.