Reconfortante.

Esta tarde he tenido una reunión en el despacho para explicarle al cliente, personalmente, las razones de no poder presentar su apelación y ha sido reconfortante que al despedirse, me ha dado un abrazo fraternal y cariñoso, pese a que, como ya le había advertido, su asunto lo íbamos a perder y lo perdimos.
Este tipo de muestras de humanidad me reconcilian con los clientes. Sigue habiendo gente respetuosa y con valores que aprecia el trabajo, aunque el resultado no sea el deseado.
La verdad es que las relaciones abogado cliente son tan complejas como el resto de las humanas.
Y, por fortuna para mi, la mayoría de mis clientes son estupendas personas que aprecian mi esfuerzo.

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