Rapidez o contundencia.

Ese es el grave dilema que me plantea la Providencia que me han notificado.
Tengo que sopesar las dos opciones, quiero una tramitación y enjuiciamiento raudos, o, por el contrario afianzo sólidamente mediante diligencias de instrucción lentas de conseguir, pero, al menos a primera vista, irrevocables.
Es difícil elegir cuando ambos lados de la balanza son importantes por igual.
Mi primera impresión es que más vale pronto que tarde, y que la Justicia para serlo, tiene que ser rápida. Mi profesionalidad me inclina, aún a riesgo de, aparentemente, entorpecer la causa incidir y reiterar que necesito las pruebas.
Qué hago?.

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