Locura.

Llevamos una vida en la que nos es imposible prestar atención completa a todo lo que nos traemos entre manos.
Demasiadas pocas cosas nos ocurren a diario, considerando las perentoriedades habituales entre las que nos desenvolvemos.
Un bombero tiene un fuego que apagar cada vez. Un cirujano opera a un sólo paciente por intervención. Un ebanista talla sólo una madera.
Nosotros, en cambio, en una sola jornada laboral intervenimos en siete asuntos diferentes, de siete clientes distintos.
A veces nos pasan cosas raras y cualquier día vamos a perder nuestra propia cabeza.

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