Agotamiento.

No sé si soy sólo yo, o nos ocurre a todos los abogados, que el mes de diciembre es el del fin del mundo y todo tiene que estar para ayer y las demandas presentadas, y los requerimientos cumplimentados en una audiencia y todos se vuelven locos como si el 31 de este mes se fuera a llevar sus quejas con el Año viejo.
Pues según mi experiencia, el 2 de enero, todo sigue igual, en el mismo sitio, los autos no se han autodestruido con las 12 campanadas, ni los presos han salido de sus celdas mientras sonaba el carrillón de la Puerta del Sol, ni se ha prescrito la acción con las uvas de la suerte, ni se han evaporado las esperas de 18 meses en el ETPS.
Aún así, parece que ni los Juzgados, ni los clientes, ni nosotros mismos estamos seguros de que por alguna clase de encantamiento, este año, pueda suceder, y por si acaso, hay que hacerlo todo antes de que termine 2016.
Y encima, eso hay que compaginarlo con comidas familiares, cenas con amigos, compras de regalos, para unos y para otros, en fin, es un diciembre como todos en un despacho de abogados.

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