Otra forma.

Hoy he dedicado casi todo el día a Familia. 
La mañana con juicio, que se ha resuelto, con el maldito capricho de mi cliente, la de ayer, recogido a boli por Su Señoría, ya que no podíamos entregar las copias por culpa de ese flequito.
He jurado en chino, en arameo y hasta en swajili con mi compañero, deshaciéndome en excusas, que no era mi obligación prestar, pero que por decoro y compañerismo he dado. Al final la personaja decía estar muy nerviosa y ha preguntado que si ya había terminado el Juicio. Casi la estrangulo, cosa que no he hecho porque la señora me saca tres cabezas y yo hoy iba sin tacones.
La tarde ha sido mucho más reconfortante. Ayer por la mañana había cerrado, mucho más fácil y satisfactoriamente de lo previsible, un acuerdo sobre unas visitas, y hoy tenía la tarea de comunicarlo a madre e hijo. 
Y mientras la reacción de mi cliente no ha sido, como yo esperaba, de alegría y alivio, la del menudo, de ocho años, ha sido mucho mejor, aunque parco en palabras, sus ojos, y su expresión en general, eran de descanso de una tensión acumulada durante más de un mes. 
Ya sabe que la causa de su angustia se reduce drásticamente.
Siempre hay otra forma de hacer las cosas.

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