Aborrecimiento.

Hay días en que aborrecemos el trabajo ingrato, a los clientes desconsiderados y groseros, a los funcionarios despreocupados, a los compañeros abusones.
Y nuestro mundo se desmorona sin remedio y nos deprimimos y queremos colgar la toga, nuestra vida dedicada al derecho agriada por extraños a los que no les importamos nada.
Hay gente, demasiada, que no respeta a nada ni a nadie, y se ganan a pulso que lis aborrezcamos.

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